Minoru Kunigami
1918-2004
Un gigante. Inconmesurable Minoru Kunigami. Coinciden estudiosos que la cocina Nikkei nació con él, quien reconvirtió —dicen incluso “reeducó”— el paladar limeño. Con total libertad, de
un modo atrevido, audaz y desatado fusionó alimentos, productos, técnicas. Provocó —acaso sin saberlo— el estallido de una nueva cocina, cuyo origen es incuestionablemente criollo. Dice una escritora e investigadora peruana que todo imperio necesita un fundador. Y en el mundo de la cocina Nikkei ése pudo ser Minoru, que cautivó con su propuesta culinaria de pescados y mariscos a una población que no osaba abandonar el pollo y la carne.
Primero abrió una bodeguita, El Oeste. Se hizo pequeña. Abrió La Nueva Ola. Minoru atraía y cautivaba a famosos y anónimos. Entonces, fi nales de los años 50, da un paso más e inaugura su mítico restaurante —de inquietante nombre— la Buena Muerte. Atrapaba con sus cebiches frescos, su versión de los tamales y los sudados; su maestría en el uso de técnicas tan diversas como disímiles: parrilla, vapor y frituras.
Minoru Kunigami no era/no fue una parte más del mestizaje. No fue él un japonés vinculado a lo peruano. Él encarnó una amalgama racial-cultural. Él revolucionó aquel mundo culinario, atando armónicamente dos raíces esencialmente distintas.
Menú degustación Febrero y Marzo 2020